¿Sabes qué valor tiene tu idea de negocio? Cero
Mucho antes de que te pongas a analizar si tu idea tendrá respuesta o no en el mercado, debes tener claros algunos aspectos –unos más tangibles que otros– que pueden hacer que tu futuro proyecto de empresa nazca muerto antes de tiempo.
Cero. Ese es el valor que tiene una idea. “Por sí sola no vale nada. Lo que realmente vale es la gestión y ejecución de esa idea. Y eso lo hace un equipo. Una buena idea mal gestionada por un mal equipo no va a ningún sitio. En cambio, hay ideas mediocres que con un buen equipo salen adelante”, afirma José Antonio de Miguel, experto en metodología lean startup.
¿El emprendedor o el equipo?
Y también un líder. “Cuando un proyecto es sólo una idea, no le dedicamos tiempo. Y cuando un proyecto no tiene al menos tres personas que desayunan, comen, cenan y duermen pensando en ese proyecto, tampoco le dedicamos tiempo”, añade Hugo Fernández-Mardomingo, ex director de Alantis Seed Capital, ahora en Samapataia Ventures. “El primer síntoma de que un proyecto no va a funcionar es que no haya un líder claro y un equipo a su alrededor que acompañe y complemente ese liderazgo”, sostiene Javier Jiménez, director general de Lanzadera (www.lanzadera.es).
Por eso es importante que en esa fase preidea, “te hagas tu propio DAFO personal, para saber qué carencias tienes y buscar al equipo que te complemente en aquellas facetas que no tienes, como la comercial o la económico-financiera”, recomienda Javier Celdrán, experto en innovación, gestión empresarial y creación de empresas y director del Instituto de Fomento de la Región de Murcia.
Necesidad real. El equipo es lo que marcará la diferencia, pero también que la idea responda a una necesidad real de mercado y no a un antojo o capricho del equipo emprendedor. “Las ideas nacen, principalmente, de tres fuentes. La que más me gusta y la que suele funcionar mejor es cuando viene del cliente. Y eso es así, cuando por tus circunstancias personales o profesionales, conoces muy bien un segmento de clientes para el que se te ha ocurrido una forma de resolverles un problema. La más habitual, sin embargo, no es esta, y tiene que ver con la filosofía de que en el mundo existe tal problema y creo que hay que resolverlo. Parte de la concepción errónea de creer que existe un problema. Y una tercera fuente, que suele ser la más difícil, y que proviene de perfiles tecnológicos o de spinoff, que dicen hemos enfocado esta tecnología o este desarrollo y aquí hay negocio”, enumera Javier Megías, experto en modelos de negocio.
Borja Piñeiro, innovation manager de La Salle Technova Barcelona (www.technovabarcelona.org), diferencia dos tipos de emprendedores: “Los de necesidad, que son aquellos que deciden emprender cuando se quedan sin trabajo. Y los de oportunidad, que trabajan en un sector, detectan una oportunidad de negocio y deciden emprender en ella. Estos proyectos tienen más viso de crecer porque conocen la cadena de valor, a los clientes, al mercado…”.
Producto vs. cliente. El que manda en el proceso de creación de un proyecto es el cliente. Sin clientes no hay negocio. De nada sirve tener el mejor producto y/o servicio del mundo si no tienes clientes, porque estos no lo necesitan. “Debes distinguir entre oportunidad y problema, porque puedes detectar problemas reales, pero que al intentar validarlos ves que no hay negocio. Por ejemplo, patines para perros. Quizás es un problema real, pero a lo mejor no hay negocio, porque son difíciles de llevar a la práctica o cuesta demasiado caro para lo que la gente está dispuesta a pagar”, apunta Simón Lee, managing partner de Incubio.
Cuando uno tiene una idea y necesita saber si realmente puede ser un éxito en el mercado, “lo más importante es comprender el comportamiento de los clientes en el contexto en el que pienso que van a utilizar mi idea. El cliente está en la cúspide de un proyecto y tienes que aportar valor. Por eso es importante comprender cómo aportarás valor al cliente (funcional, emocional, social…)”, subraya De Miguel.
Flexible, flexible y flexible. “Cuando tienes una idea y piensas en lanzarla, debes escuchar, observar, validar mucho y ser muy flexible. Uno de los mayores enemigos de los emprendedores es la terquedad, empecinarse en la idea. El mercado y los clientes cambian. Al emprendedor le falta información que irá conociendo más adelante. En la medida en la que tenga un buen equipo y sea muy hábil para entender los cambios y adaptarte a ellos, tendrá éxito. Pero no existe la idea del millón de dólares. Es algo flexible, móvil y adaptable”, afirma Fernández-Mardomingo.
"La primera gasolina del emprendedor es la ilusión. Es importante no perderla”, dice Javier Celdrán, experto en innovación.
También debes analizar en qué momento de tu vida te encuentras. “Tienes que estar en uno favorable, en un momento de energía muy alta, porque emprender es una carrera de largo plazo y requiere de mucho esfuerzo y trabajo. Y las cosas siempre van a ir peor de lo que uno piensa. Las dificultades vendrán solas. Por eso, debes sopesar si uno está en situación de emprender. ¿Quieres hacerlo porque se te va a acabar el paro? Te recomendaría que no emprendieras. Lo único que vas a conseguir es agravar la situación. Debes estar en un momento personal propicio”, aconseja Hugo Fernández-Mardomingo, de Alantis.
Otro intangible es el tiempo. “La etapa previa de maduración de tu idea puede ser intermitente, pero una vez que decides llevarla a la práctica, hace falta dedicarle cierto espacio de tiempo de concentración, de reflexión, de análisis, de uso de herramientas…”, afirma Celdrán.
Este experto recomienda llevar una libreta, “para apuntar todo aquello que creas que puede enriquecer tu idea. Te ayudará a depurarla, para converger de la idea inicial a otra ya mucho más cercana a un proyecto empresarial”.
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